Vinimos a Yosemite Lorena y
yo con unos amigos, un grupo grande. Los varones a escalar, las niñas a pasear.
El plan para el segundo día fue hacer rafting, yo nunca lo había
hecho, sin embargo, me entusiasme en cuanto Lore me asomó la idea. Reservamos el
día anterior y a las 2pm estábamos en el trailer del que salía el tour.
Como estamos en primavera por estos lares del mundo, el río Merced está
full de agua del deshielo. Helado. Lo primero fue ponernos wet suits,
suéteres de lana, chaqueta impemeable, medias de lana, zapatos para
mojar, casco, salvavidas y al agua. Yo estrené mi GoPro como debe ser y
me sentía bien pro con mi camarita en el casco. Meter un pie en el río y
dejar de sentirlo fueron la misma cosa, pero el entusiasmo era mucho
mayor que la helada. De guía de la balsa tuvimos a Phil, un gordito
encantador que nos explicó todas las instrucciones y no hizo más que
chalequear todo el recorrido. De compañeros de remada estuvieron Peter,
Gema y Jacob: un polaco criado en Canadá junto a su hermano y su esposa
china. La confianza fue inmediata, supongo que el buen humor de Phil la
facilitó. El rafting estuvo bien emocionante, los rápidos venían
seguiditos uno del otro entre nivel 3 y 4. Nos emparamamos, nos morimos
de risa, pasamos el frío parejo, pero nada importó. Fuimos absurdamente
felices haciéndolo, salimos moradas y sonrientes. Luego vinimos a
bañarnos en el hotel donde están Horacio y Patricia (dos de nuestros amigos) porque en el Camp 4
donde estamos nosotros no hay ni regaderas, y menos con agua caliente,
lo que en ese momento era una exigencia física para mí.
Arriba de la cascada la vista es para desmayarse: todo un valle de
bosque de pinos, unos paredones de piedra absurdos y cielo abierto para
todos lados. Seguimos subiendo un poquito más y llegamos a una laja de
piedra enorme por donde rueda el agua salvajemente. Ahí hicimos pic nic
de sanduchitos y hasta dormimos una siestecita arrulladas por el
escándalo de agua. Como a las 4 decidimos emprender el regreso, pero por
otro camino para ver más paisajes y no volvernos a mojar. Valió la
pena. Se veía la cascada desde arriba y se veía de cerquita otra que se
llama Nevada Fall. Me entró un calorón loco y me mojé la cabeza en un
chorrito de agua que salía de un pedazote de nieve. Casi entro en shock,
pero estuvo divino. Tomamos muchísimas fotos de la vegetación porque al
bosque le pegaba una luz divina a esa hora. En total caminamos unas 6
horas entre la ida y la vuelta, llegamos molidas a encontrarnos con
nuestros escaladores y comer pizza.
Hoy fue un día de descanso, los varones de tanto escalar y nosotras de
tanto caminar. Sin embargo fuimos a ver los sequoias, los seres vivos
más grandes del planeta. Unos árboles que te dejan sin aliento. Enormes,
milenarios, imponentes, gigantescos. Una de las cosas que no te puedes
permitir perderte si la vida te trae hasta Yosemite. Los amé. Caminamos
un par de horas entre sus raíces que se unen para ayudarse, los
abrazamos, nos caímos a fotos y arrancamos a un pueblito cercano a
comernos unas buenas hamburguesas con queso.
1 comentario:
Que bella Viyuuu! la pasamos super bien ;)
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